
Es su propia decisión, entonces, lo que extiende la agonía de todo un pueblo que exige la renuncia inmediata de Kadafi, quien ya perdió un hijo en la contienda bélica y mantiene a toda su familia en una lujosa mansión de Londres. Por el momento, las fuerzas armadas obedecen a Kadafi y la lista de civiles e inocentes muertos crece.
Ahora se decretó un cese el fuego, aunque el dictador aclaró que seguirá luchando, léase, permitiendo la matanza de sus propios compatriotas. Fue él mismo quien incumplió su propia palabra y continuó sus ataques. De esta manera, Occidente ataca a Kadafi, y Kadafi a su propio país.
¿Alguna solución más humana no había?