Por Sebastián Muzi. A la inversa de lo sucedido en Copenhague, y contra los
pronósticos que auguraban un nuevo fracaso, los 194 países que debatieron en la
Conferencia de Cancún finalmente se pusieron de acuerdo para reducir los gases
de efecto invernadero y mitigar los efectos del recalentamiento global.
Desde el vamos, los temores a que se repitiera el escenario
de Dinamarca hicieron que las negociaciones estuvieran cargadas de tensión, pero
a su vez, permitieron que se pudieran flexibilizar posturas a fin de avanzar en
soluciones concretas.
"Este no es el
final, sino un nuevo comienzo. No es todo lo que se necesitaba, pero sí
representa los cimientos esenciales sobre los que podemos construir una mayor
ambición colectiva", expresó la jefa de la Convención del Clima de la
ONU, la costarricense Christiana Figueres.
En tanto, la representante europea, Connie Hedegaard, afirmó
que si bien se han logrado pasos importantes, “Debemos ser conscientes de que todavía tenemos un largo y difícil
camino para alcanzar un acuerdo global y
vinculante”.
Las negociaciones acabaron en un paquete de medidas contra
el Cambio Climático: en primer lugar, se estableció un Fondo Verde para ayudar
a los países pobres a enfrentar los impactos de la naturaleza, como así también
importantes mecanismos para preservar los grandes bosques tropicales, cuya
deforestación causa el 20% de los gases contaminantes.
Sin embargo, la más trascendente fue la reafirmación de un segundo periodo del Protocolo de Kyoto, ya
que permitirá reducir las emisiones en un rango de entre 25% y 40% respecto de
1990. Para ello, los gobiernos deben frenar, detener y revertir las pérdidas de
cubierta forestal y carbono en los suelos, ya que estas actividades contribuyen
al recalentamiento global.
Japón, Rusia, China y Estados Unidos, responsables de gran
parte de la contaminación mundial, se oponían a realizar mayores recortes de
los ya estipulados en la ciudad nipona, pero en esta ocasión tuvieron más
prudencia para contemplar los requerimientos ajenos.
La única excepción –y fiasco de la cumbre- fue la negativa
de Bolivia a aprobar el documento final, ya que reclamaba medidas mucho más
agresivas para frenar el recalentamiento del planeta y consideraba reemplazar
al capitalismo como medio de financiación para lograrlo.
Felicitaciones
El presidente de México, Felipe Calderón, recibió la congratulación
del secretario general de las Naciones Unidas, Ban Ki-moon, por el liderazgo que
tuvo para conducir las negociaciones de la 16º Conferencia de las Naciones
Unidas sobre el Clima.
No obstante, para muchos la gran heroína de la cumbre no fue
el jefe de estado sino su canciller, Patricia Espinosa, quien desoyó la
protesta boliviana y se enfocó en unir los diferentes intereses
regionales.
Ministra de Relaciones Exteriores de México |
Al cerrar la conferencia, fue ovacionada por todo el recinto e inclusive, el jefe de la delegación de India, Jairam Ramesh, llegó a compararla con una diosa como las que abundan en su país, debido a su tacto diplomático y firmeza para no permitir que esta reunión concluya sin un acuerdo.
Compromisos
El borrador acordado estipula una serie de metas en el corto
y largo plazo, que deberán ser monitoreadas constantemente hasta la próxima
cumbre de 2011 en Durban, Sudáfrica. Ahora, los 193 estados que sellaron el
pacto se comprometen a no permitir que crezca el calentamiento de la tierra,
estableciendo como límite un 1,5º y 2º grados centígrados.
"Cancún tal vez
haya salvado el proceso, pero aún no salvó al medioambiente", dijo
Wendel Trio, de la organización Greenpeace.
Pese a ello, y no en vano está en aclararlo, tanto los gobiernos como las
organizaciones ecologistas encontraron al fin la esperanza que no tuvieron en el suelo
danés.