Lo que Kirchner le dejó al mundo

Por Sebastián Muzi / Analista internacional


Para los brasileños se va un hombre que ayudó a Lula a consolidarse como el líder regional. Para Colombia, el que intentó la liberación de Ingrid Betancourt y posibilitó un acercamiento con Venezuela y Ecuador. También este último le agradece sus reflejos para respaldar al presidente Correa y evitar un golpe de estado. Mientras que la hermana republica bolivariana lo recordará como uno de los principales socios políticos y comerciales de Hugo Chávez.

Su principal logro, claro está, fue el fortalecimiento de las relaciones con América Latina, y haya sido una casualidad o deseo personal, su elección como Secretario General de la Unión de Naciones Sudamericanas no ha sido un dato menor.

En sus comienzos, sus relaciones con el globo fueron un poco tumultuosas, tanto por el estilo de su gobierno como por la matriz ideológica. Sus peleas con Tabaré Vazquez por el conflicto de la papelera Botnia llegaron hasta un enrarecimiento histórico de las relaciones entre la Argentina y Uruguay.

También las trabas comerciales con Brasil, y las desventajas para Paraguay en el Mercosur le hicieron ver que no todo sería color de rosa como en Balcarce 50.

Menos aún si miramos hacia el norte, donde George Bush por poco no lo puso en el eje del mal cuando le dijo en Mar del Plata: ¨No vengan a patotearnos¨. Venido al caso, ya no hubo más relaciones carnales con Estados Unidos.

Tampoco con la Unión Europea, a la que constantemente le recriminó sus trabas arancelarias y los subsidios al sector agrícola, que le impedía a nuestro país poder exportar en igualdad de condiciones. Y tal vez por ello la cuota Hilton de la carne exportable no se cumplió como esperaban en el viejo continente.

También tuvo roces con el líder cubano Fidel Castro, a quien le solicitó varias veces el permiso a la disidente Hilda Molina para que pudiera viajar a la Argentina y visitar a sus familiares. Sin embargo, los vínculos de Kirchner con el gobierno de la isla se restablecieron con la visita que hizo su esposa Cristina en plena asunción de Barack Obama en la Casa Blanca.

De hecho, ya en su discurso de Asunción en el 2003, el santacruceño adelantaba cómo iba a ser su política exterior: ¨Nuestro país debe estar abierto al mundo, pero abierto de una manera realista, dispuesto a competir en el marco de políticas de preferencia regional..¨

¨No debe esperarse de nosotros alineamientos automáticos sino relaciones serias¨. ¨Nuestra prioridad será la construcción de una Amérca Latina estable, próspera y unida¨.

Si hablamos de organismos, su relación con el Fondo Monetario Internacional fue ambivalente, ya que rechazó las recetas y presiones que intentaban controlar la economía de la Argentina, pero también le abonó la deuda externa que se le debía, unos $7500 millones de dólares.

En cuanto a las Naciones Unidas, si bien criticó la falta de poder de decisión de los países menos desarrollados, y desistió de pelear por un sillón en el Consejo de Seguridad (tarea que le dejó a Brasil) aprovechó los discursos en su edificio para cambiar el orden de las cosas de la comunidad internacional.

Allí embistió al FMI, a Bush, a Irán, a Gran Bretaña, pero fue siempre bien visto por contribuir al multilateralismo, ayudar en catástrofes naturales y aportar en misiones de paz. Sin embargo, fue su reclamo de una reforma del sistema financiero internacional lo que generó mas rispideces en el G7, como si hubiese advertido que años después las potencias sufrirían en carne propia los efectos del capitalismo y la recesión.

Por otra parte, su lucha contra el terrorismo se evidenció con la investigación por la explosión en la sede judía de la AMIA, ya que fue durante su gestión donde se lograron grandes avances, llegando a determinar, sin duda, la implicancia de Teherán en la realización del atentado.

Como todo gran líder, generó amor y odio. Con aciertos y errores. Con mercados que se le cerraban pero otros que se le abrían, como fue el caso de China, con la cual suscribió un acuerdo histórico de 20.000 millones de dólares para futuras inversiones.

No por ello lo dejaron de salpicar los escándalos internacionales, ya sea los negociados con Venezuela o quizás el más recordado y que más hondo cavó en el seno de su gobierno, la valija de Antonini Wilson.

De todas formas, Néstor Kirchner dejó su huella. Y por lo menos en esta parte del mundo ha sido el presidente que más abogó por la integración de todos los países latinoamericanos, lo que no es poco en los últimos 50 años.

 
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