¿Militares contra la inserguridad? No, gracias.


La inseguridad es un problema que no se expande por arte de magia. Sus causas, repasadas una y otra vez, fueron ya citadas incansablemente: hambre, miseria, desigualdad, falta de educación, desempleo, etc.

Quien piense que la inseguridad crece porque el delincuente es un apasionado por su emprendimiento dedicado al robo a terceros, nunca comprenderá la gravedad del problema. Si los delincuentes sólo robaran por amor a la profesión, el país no sería tan violento. Pero no, roban y con mucha violencia, esa misma violencia que se encargaron de hacerle notar en cada paso de sus vidas.

Es lógico. Cada vez más chicos chorros, cada vez más drogados, más violentos, sin salida alguna salvo la de matar por tener. Y si ante la creciente ola de inseguridad la solución es la aparición de los militares, creo que es el colmo de lo intentendible.

Los militares, la Policía Bonaerense, la Policía Federal, la futura Metropolitana, todas, son fuerzas con hombres dignos pero con gran cantidad de delincuentes, que actúan en connivencia con los ladrones sin uniforme. Pensar que las Fuerzas Armadas deben dar seguridad es definitivamente reconocer que no tenemos memoria.

Los militares sólo deben actuar para defender al país de ataques externos o, en cierto caso, para proveer ayuda humanitaria en determinadas situaciones. Nadie las humilló, como dijo Duhalde, nos humillaron, torturaron y desaparecieron. Con eso sobra y basta para saber que la solución está muy lejos de recurrer al traje de fajina.

 
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