La mafia de los medicamentos no es un tema nuevo. Tal cual fuera una novela, la historia se remonta a unos años atrás cuando la ex ministra de Salud Graciela Ocaña comenzaba a sospechar de las actividades de dos personas: Juan José Zanola, titular del gremio La Bancaria, y Néstor Lorenzo, empresario dueño de la droguería San Javier.
De a poco comenzó a investigar y recibió la primera devolución de favores: amenazas y presiones de la CGT para abandonar el cargo. Meses después, se conoció su ¿renuncia? para que asuma Manzur. Tiempo después, la investigación se hizo pública y los hechos, o delitos, conocidos por todos: Juan José Zanola, integrante de la una asociación ilícita junto a Néstor Lorenzo, empresario y dueño de droguerías, aportante a la campaña de Cristina Kirchner, otros cinco ex funcionarios de Estado, la esposa de Zanola, todos detenidos. Las escuchas teléfónicas determinaron pruebas más incriminatorias, lazos con el caso del triple crimen de la efedrina, con la detención de Soledad Bellona, esposa del asesinado Sebastián Forza.
Adulteración de medicamentos, estafas al Estado, drogas vencidas o sin fechas de vencimiento; todos medicamentos para pacientes patológicos. Delito más perversos los hay, pero éste roza la lamentable.
Por supuesto, la condena debe ser penal y ejemplificadora. Zanola, un tipo con casi 30 años de funciones en el mundo sindical, debería cumplir la misma pena en la cárcel. Los amigos, lo mismo.