Desde que Argentina devaluó su moneda, el turismo creció a medida que más interesados del extranjero llegaban al país para recorrer sus más bellos atractivos. Hoy, de hecho, se marca una temporada que llegando a su fin anticipa otro año exitoso. De este turismo en alza surgieron las nuevas Rutas del Vino, Rutas del Queso y demás "caminos" orientados al turismo.
Pero también existe otra ruta y es la de la misera, la misma que uno puede recorrer a sólo 20 minutos del Obelisco porteño como a 1300 kilómetros en el norte del país o en el centro de la Patagonia. La misera existe y aunque el siglo 21 ya es un hecho, la desnutrición no se extinguió. Lo único claro es que absolutamente nadie ha intentando erradicarla.
Si dice por ahí que existe en el mundo (y por lo tanto en la Argentina) el dinero y los recursos suficientes como para eliminar el hambre del planeta. Aplicando este ejemplo sólo a Argentina, sin dudas que la posibilidad de concretarlo es real. Pero no. Permitan que existe.
Mientras se leen estas líneas, otro niño más abandonó el mundo casi sin alimentación, casi sin ayuda, casi sin oportunidades de vivir. Sin embargo, es año electoral y en estos tiempos, todo es posible. Pero nadie se atreve.