Básicamente, el escenario es el mismo: para no declararse como un país en quiebra, debió recurrir al Fondo Monetario Internacional y a la Unión Europea para recibir 85 mil millones de euros, pero a cambio, claro, se deberán ajustar algunos números que afectarán, en mayor medida, a los propios irlandeses.
Desde ahora, cuando se concrete el salvataje financiero, Irlanda pasará a integrar el extenso listado de naciones en deuda, por muchos años, con los mercados financieros internacionales.