Por un lado, es cierto que llovieron casi 90 milímetros en sólo tres horas, el mismo caudal que suele llover en todo un mes. Es cierto también que cada vez más gente vive en la ciudad, más desechos y más basura se acumula y, entre la suciedad, se tapan los sumideros. Y también es cierto que la ciudad cuenta con una infraestuctura tan antigua como obsoleta.
Muy bien, pero existe una verdad más que, gran casualidad, no se publicó en ningún medio de comunicación salvo en el sitio web Noticias Urbanas. Y se trata de lo siguiente:
Cinco días antes de las inundaciones, se realizó una Auditoría General de la Ciudad. En ella se detectaron serias deficiencias en el mantenimiento de los sumideros porteños. ¿Qué quiere decir? Que sólo cinco días antes ya se sabía que la ciudad no cumple con el control y supervisión de los desagües. Por ejemplo, en el informe de la Auditoría se asegura que hay deficiencias en la Dirección General de Red Pluvial, de la cual depende la limpieza y desobstrucción de las estructuras que conectan el drenaje con la red de alcantarillado, principales encargadas de captar la lluvia de la vía pública. Se denuncia la "falta de programación en la ejecución presupuestaria", la existencia de muchos sumideros en mal estado y la "ineficaz" la metodología implementada por el Estado para la verificación y control del estado de los sumideros.
Al parecer, lo que no se sabe no existió. O lo que no se ve, no ocurrió. Por si no lo registraron: sólo cinco días antes de las lluvias, el Gobierno de la Ciudad sabía que era totalmente deficiente en cuanto al control y prevención de inundaciones.
