El terrorismo puede presentarse bajo diversas formas, porque de una manera u otra, el acto criminal siempre se lleva a cabo bajo distintas proclamas. Y cuando surgen culpables, es la Justicia la que imparte y ejerce condena ante delitos como Lesa Humanidad o Terrorismo internacional. El problema reside cuando en nombre de un objetivo de paz y seguridad, se comete un asesinato... con paradojas incluidas.
La primera de ellas es que Estados Unidos decidió actuar unilateralmente, bajo un operativo comando sin el aval de la ONU. Segundo, más allá del terrorista en cuestión, sin un juicio previo se decidió matar a un enemigo. Tercero, es precisamente un Premio Nobel de la Paz el que, insólitamente, ordena ejecutar a un fundamentalista talibán.
Con lo cual, evadiendo todo debate sobre la culpabilidad de Bin Laden como terrorista internacional, se anuló toda vía institucional, se evadió la Justicia, las Naciones Unidas, hasta lograr el objetivo.
Bin Laden fue aniquilado. Los gobiernos del mundo avalaron la operación. Pero Estados Unidos, una vez más, ofició del poder absoluto. Y vaya quien se anime a contradecirlo.
