Por Sebastián Muzi
Es así.
El bipartidismo norteamericano no deja lugar para grises. Es a favor o en
contra. Y tal como dijo alguna vez George Bush en la guerra al terrorismo,
¨están con nosotros, o contra nosotros¨.
Hoy se
vota la renovación de 37 bancas del Senado y la totalidad de la Cámara de Representantes, como así también la gobernación en 37 estados de la Unión. Con ello, también se elige
respaldar o corregir el rumbo de la Casa Blanca, metida contra las cuerdas por la lenta recuperación de la economía.
Según la consultora Gallup, los candidatos republicanos
llevan una ventaja de 15 puntos sobre los demócratas, obteniendo así el control de la Cámara Baja y cerca de hacerlo con el Senado. De esta manera, lograría revertir el traspié de la última elección y colocaría al presidente Barack Obama
con la difícil tarea de gobernar con un
Congreso opositor.
Pese a
los éxitos de las reformas de salud y financiera, el jefe de estado ha tenido que remar mucho para levantar su popularidad, disminuída por los datos económicos (el desempleo no baja del 10%) las constantes acusaciones opositoras y algunos reveses políticos, como fueron las filtraciones de documentos reservados sobre la guerra en Afghanistán y que demostraban la adulteración de cifras por parte de los militares.
Desde el vamos la campaña estuvo teñida de duros cruces entre ambos partidos, aunque con más virulencia desde el lado republicano, que encontró en el ataque directo hacia Obama como la mejor estrategia, acusándolo de ¨socialista¨, ¨populista¨, ¨comunista¨ e incluso, de ser un musulmán a favor de los terroristas.
Ante ello el propio Obama salió a defender su imagen y la de sus candidatos, recordándole a la ciudadanía estadounidense que la crisis financiera fue producto de la falta de control de su antecesor, George Bush, también republicano. ¨No dejen que nadie les diga que esta batalla no vale la pena. Siempre ha sido difícil generar cambios¨, afirmó.
Será crucial, como siempre, la apatía que se genere sobre las minorías: los latinos, por ejemplo, si bien están conformes por la pelea que hizo el presidente contra la Ley arizona -que pretendía criminalizar a los inmigrantes- todavía son reacios a afirmar que lograron su ¨American Dream¨, ya que sus sueldos siguen siendo de los más bajos. Aprovechando esa falencia, el joven Marco Rubio, republicano y precisamente hijo de inmigrantes, promueve una baja de impuestos y recortes fiscales que ayudarían a esta comunidad.
Por su lado, el Partido Demócrata aprovechó la innumerable cantidad de errores de sus contrincantes, ya que varios han incurrido en exabruptos o torpezas políticas, como Sarah Palin, que no conoce a los fundadores de la patria, o Rich Lott, que se dejó fotografiar con un uniforme Nazi.
Pese a ello, la mayoría de los analistas coinciden en que esta elección esta totalmente perdida para los demócratas, y su esfuerzo debe concentrarse en perder lo más dignamente posible, ya que el control legislativo por parte de los republicanos puede bloquear leyes del ejecutivo y presidir comisiones claves en el parlamento. No obstante, en la Casa Blanca no creen que estos comicios sean tan catastróficos, debido a que al menos ganaría las gobernaciones en tres distritos clave: Texas, Florida y California.
218 millones de personas están habilitadas para votar, y los calculos definitivos se conocerán recién mañana, cuando cierren las bocas de urna en Alaska y Hawai. Allí se verá si la gente le cree al Tea Party o respalda la nueva era iniciada por el jefe de estado afroamericano.