Lo que sucede en Irlanda es una consecuencia del paradigma que domina el nuevo orden financiero internacional que, a decir verdad, atraviesa una crisis que podría determinar un nuevo tiempo. Sin embargo, mucho no se podrá aventurar. Lo que sí se puede asegurar es que Irlanda aceptó el plan de rescate financiero y, por ello, deberá aplicar un fuerte ajuste.
Tal como ocurrió con Grecia, el país verde deberá trasladar gran parte de los errores del sistema financiero en sus propios ciudadanos, que ya comenzaron a manifestar un fuerte rechazo a la decisión oficial.
Lo cierto es que un nuevo país se declara en estado grave, las finanzas no sanan y el propio sistema obliga a un rescate del que, como quienes ya lo han sufrido, es una trampa sin salida.