Se sabe que las relaciones y los negocios en altas esferas del poder son determinantes para escalar posiciones y acumular el poder necesario para mantener el status. En la política, tanto en la Argentina como en cualquier rincón del mundo, funciona más o menos igual. Las denuncias sobre pedido de sobornos de empresarios de Venezuela y Argentina no debe sorprender a nadie. Lamentablemente es una condición sin excepción para todo personaje vinculado a un Gobierno o a espacios de esa índole.
Lo mismo ocurre con el conflicto de Botnia. Mientras la provincia de Entre Ríos protesta, justificadamente, su oposición a la pastera, el Gobierno de esa provincia firmó un acuerdo con YPF para buscar petróleo debajo del Acuífero Guaraní. Basta con tan sólo una falla para aniquilar gran parte de una de las reservas de agua dulce más grandes del planeta.
Así están dadas las condiciones. Negocios y corrupción van de la mano, muy apretados, como novios adolescentes. ¿Cómo hacer para separarlos? Décadas de educación.