La situación, esta vez, no es sencilla. En el Congreso argentino hoy se debate si se aprueba o no una modificación para que las parejas del mismo sexo se puedan casar y gozar de todos los derechos que disponen las parejas heterosexuales. Sin embargo, en esta oportunidad, hay un elemento diferenciador: cada senador debe votar a conciencia, es decir, no debe (o debería) obedecer a su bloque partidario sino a su propia convicción.
Y allí surgen las verdaderas identidades. Como una Elisa Carrió que quiere quedar bien con el Dios y con el Diablo, asegurando que no está a favor ni en contra. O los senadores opositores al Gobierno que, en general, plantean una Unión Civil pero no el casamiento tal como existe actualmente y que sigue siendo una forma de establecer diferencias. En medio del debate, intercedió la Iglesia con una posición feroz, desafiando a quienes desafían la voluntad de ¿Dios?
Lo cierto es que la votación se define el miércoles y por el momento no hay nada definido. Parecería insólito, pero mientras el mundo avanza hacia sociedades libres y pluralistas, todavía existen pensamientos arcaicos al servicio de ideologías eclesiásticas.