El gran concierto del desconcierto


Un momento histórico de fuerte riesgo trepó a su mayor expresión en el país. Es incuestionable la fuerza arrolladora con que el gobierno de Cristina Fernández hizo rebalsar las urnas, mientras la orquesta opositora ejecutaba su Concierto de Desconcierto.

“Concierto del Desconcierto”.Sus principales figuras fueron el inexperto Ricardo Alfonsín, leyendo mal las notas en el atril de su venerado padre, y un resentido Eduardo Duhalde, que creyó en la fidelidad de sus antiguos músicos del Conurbano Bonaerense para tocar la misma sonata de otros tiempos.  

Los ingenuos 

Ninguno de lo dos tuvo claridad de visión ni generosidad personal como para construir y ensamblar los sonidos que un gran sector de la población esperaba de ellos. 

Duhalde buscaba nada más -en el fondo- que cobrarse la traición de los Kirchner, a quienes ungió en 2003 para hacerse cargo de la todavía atribulada Argentina. 

Tal vez creyó que los patagónicos se lo agradecerían, pero fue al revés: lo descalificaron y lo mandaron al olvido.

Alfonsín, por su lado, supuso ingenuo de él- que el talento es una cuestión genética, hereditaria.



El hombre tranquilo

Dentro de esa maraña y en apenas un mes y medio, el santafesino Hermes Binner empezó a fijar su imagen y su discurso en el país. El asoma en una dimensión extraña para una sociedad de nervios erizados. 

Es un hombre tranquilo y a la vez firme, capaz de exigir judicialmente al Estado nacional lo que le corresponde a su provincia por coparticipación, para seguir cumpliendo con el pago del 82% móvil a los jubilados, capaz también de continuar, en medio de tropiezos, su plan de obras públicas incesantes, y de desarrollar una política educativa impecable, que incluyó hasta la prohibición a una escuela para asistir a uno de los programas de Tinelli, que el juzga nocivo para la formación de la niñez. 

En prueba de su vocación democrática hizo, al asumir como mandatario, que fueran retiradas las vallas de la casa de Gobierno para que los ciudadanos tuvieran libre acceso. “Aquí no hay nada que ocultar”, declaró entonces. Binner es pues una figura diferente, indispensable para el rescate del viciado universo público argentino.

Un mes y medio le bastó para igualar en las urnas los números de Duhalde y Alfonsín. Todo eso sin gritos ni imprecaciones. Ahora tiene setenta días, hasta el 23 de octubre, para seguir afianzándose. 

Lilita se inmoló

Otro capítulo particular del domingo fue el de Lilita Carrió. Lo suyo fue casi una autoinmolación. Cayó estrepitosamente, pero sin renunciar ni por asomo a su conducta de enjuiciar sin pausa y sin piedad a esa corrupción que en la Argentina ya rige como si fuera un hecho natural y aceptable. Su derrota la dignifica más aún.

Con ella a veces recupero la figura de Lisandro de la Torre, aquel fiscal de la República, ahora redivivo pero con faldas. 

 
LOS INFORMANTES © 2011 | Designed by A medio Camino, Programa Radio Argentina, Frecuencia Zero FM 92.5