Dicen que el tiempo lo cura todo, y realmente debe ser así, pero en casos como el que vive la familia Kirchner no todo depende del tiempo. Hasta hoy, domingo, el duelo de la opinión pública y del mundo político impone un marco de respeto, pero desde mañana se podría apostar a que -sin ser desmedidos- comenzarán a aflorar las reflexiones, los análisis, los pensamientos y las estrategias a seguir. ¿Por qué? Porque verdaderamente se produce un cambio en el país.
Primero, murió el principal candidato a Presidente de la Argentina. El que mejor medía, a priori, en las encuestas.
Segundo, porque era quien sostenía toda la ingeniería política, incluso, la del matrimonio presidencial.
Tercero, los principales ministros, secretarios, legisladores e intendentes kirchneristas deberán responder o reagruparse de otra manera.
Cuarto, el principal foco de conflicto desaparece del mapa.
Quinto, y fundamental, la oposición pierde un drástico poder, tanto el radicalismo, el peronismo disidente o el macrismo, todos, se reflejaban en Néstor Kirchner para ser más oposición.
Además, las manifestaciones populares en todo el país fueron una verdadera sorpresa para varios medios de comunicación que han quedado desnudos ante un país que era retratado de una manera y desde hace 48 horas ya no es el mismo, o por lo menos no lo era.
Se demostró que hay una gran parte de la población, desde la clase media hacia abajo, que sostiene un modelo. Se demostró que quien gobierna no es tan malo. Algo de bueno hay. Veremos si eso que logró construir es el pilar para gobernar un año más y apostar a una nueva presidencia.
No depende de nadie más. Sólo del Gobierno nacional y de la presidenta Kirchner, madre de dos hijos, viuda y rodeada de (supuestos) fieles partidarios. Sólo con ella se demostrará si el Gobierno es Gobierno o el kirchnerismo sólo fue Néstor Kirchner.